lunes, 21 de diciembre de 2009

Téllez, eslabón débil

Entre la serie de cambios en el gabinete que operó recién y anunció ayer el presidente Felipe Calderón, destaca la salida del que fuera titular de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, Luis Téllez Kuenzler.
Apenas habían transcurrido algunos días desde que sucediera el affaire Téllez, por sus declaraciones de que el expresidente Carlos Salinas de Gortari se había robado la mitad de la partida secreta de su sexenio, y él había sostenido que no renunciaría al cargo, cuando el asunto reventó. Y como la cadena, se rompió por el eslabón más débil.
Muchas pueden ser las razones alusivas a dicha renuncia, pero resaltan dos como las más probables. La primera es que no aguantó el descrédito motivado por la divulgación de las grabaciones cuya autoría se achaca a la exsubsecretaria Purificación Carpinteyro, otrora compañera de Luis Téllez.
Incluso la exfuncionaria dijo que tales cintas donde aparece el ahora extitular de la SCT, haciendo declaraciones en reunión familiar e informal con amigos, le fueron proporcionadas por el titular de la Comisión Federal de Telecomunicaciones, la Cofetel, Héctor Osuna Jaime, grabaciones negadas por este último. De ser cierta dicha versión de Carpinteyro, está claro que lo que movió tanto el descrédito como finalmente la remoción de Téllez tiene que ver con los intereses que se mueven dentro del propio sector de comunicaciones, muchos de los cuales están trabados.
La segunda tesis es precisamente la referencia del o de los posibles implicados en la grabación por Téllez, y apuntan directamente a Carlos Salinas. No obstante el propio exsecretario señaló que sí dijo lo que dijo pero que lo dijo sin fundamentos aceleró, como único recurso, senda demanda contra sus detractores que entregaron a los medios de comunicación para sacar a la luz pública las cintas. No tuvo mayor argumento de defensa. Lo que dijo lo dijo sin conocimiento de causa.
Pero lo cierto es que el principal implicado fue justamente el expresidente Salinas. Y hasta ahora, todavía no hay los medios legales y constitucionales, para desinflar el activismo de los expresidentes. No sólo eso, para minar la influencia y el poder que lejos del cargo de la silla presidencial, todavía conservan entre sus allegados principalmente simpatizantes partidistas. Mucho menos para llevarlos ante un juez por las tantas anomalías y “traiciones a la patria” que incurren en tanto están en la cumbre del poder presidencial en México; además que buena parte de la presencia que conserva, en este caso el expresidente Salinas, y la influencia que tiene se debe al entramado también económico que generó, además del político, durante su gestión. Y, de seguro, una vez que se juzgó a Raúl, el hermano incómodo, por el presunto asesinato del excuñado Ruiz Massieu, y por el inexplicable enriquecimiento, lo cierto es que Salinas no acepta una piedra más en el zapato que le siga lastimando personal y políticamente. Así sea un excolaborador como el propio Luis Téllez. Pese a que la carrera política de éste brilló durante el sexenio de Ernesto Zedillo, ya con Salinas fungió como director general de planeación en Hacienda, entre 1989 y 1990, y como titular de la Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos durante 1990 y 1994.
De resultar cierta esta última posibilidad como argumento para explicarse la renuncia de Téllez, brinca de inmediato el tipo de acuerdo que podría existir –-abierto o bajo el agua-- entre el actual presidente Felipe Calderón y el propio Salinas. No obstante por ahora, está claro que el hasta ayer titular de la SCT no aguantó la presión, secuela de sus propios dichos. No es consuelo convertirse en asesor de la Presidencia. Los otros cambios de Calderón son de estrategia.

3/marzo/2009.

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