Bien dice el dicho que el triunfo tiene muchos padres, pero la derrota no la reconoce nadie. Atendiendo a la urgencia que tiene el presidente Felipe Calderón de contar con el apoyo incondicional de un dirigente del PAN para los siguientes tres años, el único que está inscrito para “competir” por el cargo sigue siendo César Nava.
Resulta que, pareciera, a los panistas todavía no les cae el veinte de todo lo que perdieron en la pasada contienda electoral. Por eso, no pocos, en lugar de estar ocupados en ver la manera de corregir los errores cometidos en el pasado, se empeñan en hacer la grilla y muestran inconformidad, en lugar de hacer propuestas de qué hacer con el partido. Pero por encima de todo, qué hacer con el país.
Porque no basta con protestar. Pero son pocos los que han llamado a la reflexión a los propios panistas. Los 10.5 millones de votos que perdiera el partido en el gobierno, parece no interesarle a nadie. Es decir, el asunto está más que complicado. Los panistas deberían estar analizando el porqué del ciudadano que no les favoreció en la última contienda.
Si sólo fue la guerra sucia electoral que encabezó Germán Martínez, el dirigente que deja el espacio con su renuncia, o si fue la política de Calderón que no ata ni desata con sus políticas públicas, para contener el desequilibrio social que genera cada vez una mayor pobreza entre los mexicanos. Si fue el favoritismo proempresarial que alienta el PAN desde el poder, o si es la carencia de un proyecto de país que tampoco alimenta las prácticas del gobierno federal actual.
Pero no. Nadie desde el PAN está haciendo ese balance. Tampoco parece interesarles mejorar para recuperar lo perdido, pero quizá ni siquiera tienen conciencia de lo que ya no tienen. Bueno, tampoco se está reflexionando sobre qué tanto está golpeando la crisis económica del país. Y sus secuelas desde el exterior. Pero no sólo el PAN, tampoco el gobierno de Felipe Calderón está haciendo ese balance, el del impacto de la crisis económica que nos golpea desde Estados Unidos. No lo hacen, pero tampoco muestran interés.
No se ve por ninguna parte la consulta de la gente, la población, los ciudadanos o la sociedad civil, para saber cuáles son las prioridades. Por qué Felipe Calderón se empeña en seguir con el único garlito que traen los gobiernos del PRI y ahora el PAN, del modelo neoliberal como se ejecuta con las lineamientos que se trazan desde los centros de poder en los EU. ¿Acaso no está visto que esta serie de medidas en materia de política económica han demostrado ser un verdadero fracaso, y han sido abandonadas por muchos países de Latinoamérica y hasta en los propios EU?
¿Por qué no se consulta a la población, y de todos los estados de la República, si como gobierno federal continua la guerra antinarcóticos, pero combatiendo con el Ejército en las calles? ¿Por qué seguir desgastando a las Fuerzas Armadas en una guerra que está perdida, porque no son instancias preparadas para hacer ese trabajo en las calles de las principales ciudades, o zonas rurales del país?
El gobierno de Calderón no está proponiendo nada en materia de prevención, para evitar la expansión del flagelo del narco entre la población. Y, lo que es peor, ni siquiera está proponiendo una reestructuración a fondo de las policías encargadas del combate a los provocadores de la inseguridad que tienen a la sociedad en vilo.
Qué decir de un gobierno que no muestra resultados y ningún indicador económico, social de seguridad le favorece. Porque todo es culpabilidad de la crisis que nos llega desde EU, y de todos menos de los panistas.
No hay tampoco un balance de los retrocesos que tuvo el país durante el gobierno del “cambio” de Vicente Fox. La casi pérdida de la gobernabilidad al grado de recibir la crítica de sostenerse con un Estado no débil sino fallido.
Más preocupados en saber si el presidente Calderón incide o no, si hay dados cargados o no en le elección del dirigente panista —algo que por lo demás resulta obvio, porque el partido tiene que servirle a Felipe de negociador con las fuerzas políticas del nuevo Congreso—, panistas como Santiago Creel, Manuel Espino, Humberto Aguilar, Javier Corral, Ricardo García o Gerardo Priego,
A todos ellos les pega, pero César Nava sigue siendo el elegido del señor presidente. Por eso no habrá otro contendiente. Aunque lo esperen. Pero el combate no debería ser al interior del PAN, sino al exterior. Deberían estar viendo cuál es el consenso que tiene el ciudadano del partido en el poder. Con César o sin él. Desde ahora, porque los resultados vienen después. Más hoy que el ciudadano está tomando conciencia del poder que tienen con el voto, y hasta de su no voto. Con Nava o sil él. Con la gente o sin ella.
22/julio/2009.
jueves, 24 de diciembre de 2009
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