De “conspiración político-militar”, como para suavizar las cosas, calificó desde Costa Rica, país en donde fue recibido por Óscar Arias, el depuesto presidente hondureño José Manuel Zelaya.
Zelaya fue obligado por el ejército, “por la fuerza”, a abandonar su país, horas antes de que iniciara la consulta pública —referéndum, mejor dicho— a la que había convocado para realizarse ayer domingo en los 18 departamentos, a su pueblo para dar pie a un proceso de reformas constitucionales, con el fin de sostenerse en el poder (según denuncias de sus opositores) con un proceso electoral inminente en puerta para noviembre próximo.
De inmediato, para llenar el hueco en la silla presidencial y una vez expulsado Zelaya del país, el Congreso de Honduras se apresuró a nombrar como presidente provisional —por mayoría de 124 de los 128 diputados— al empresario Roberto Micheletti. Se consumó así el golpe de Estado; no obstante Zelaya lo calificó de “conspiración”.
Manuel Zelaya fue depuesto por los militares, toda vez que el propio general Romero Vázquez se negó a organizar el referéndum, con el alegato de que el parlamento había aprobado recién una ley que prohibía la celebración de consultas populares 180 días antes de las elecciones generales. Es posible.
Pero quizá fue la falta de tacto y negociación política previa de parte de Zelaya, porque no convenció lo suficiente a las fuerzas armadas de su país, ni al propio congreso, que en su mayoría palomeó a Micheletti en el “nombre de la democracia”. El propio Micheletti, de origen italiano y calificado por sus amigos como “un viejo luchador del liberalismo”, llegó al poder pronunciándose por un: “viva de democracia”.
Aparte de una falta de sensibilidad política —no obstante el apoyo popular—, Zelaya hizo muy evidente el acercamiento con Hugo Chávez, el presidente de Venezuela que ha modificado la Constitución de su país para seguir el ejemplo de Fidel Castro en Cuba, lo que le trajo enemigos. Y por esos deseos puestos sobre la palestra política de Honduras, resulta que se ganó la oposición generalizada de los poderes instituidos, sin importar el punto de vista de la gente.
No apoyamos eso porque es ilegal, refirió Elvin Santos, el candidato presidencial del Partido Liberal que participará en las elecciones de noviembre próximo. Pero no sólo Santos, también Leitzelar, un reconocido abogado, ha dicho que no hay oposición a la consulta, siempre y cuando se realice en el marco legal, porque la convocatoria del presidente la hizo con la intención de provocar una crisis para mantenerse en el poder.
No obstante, reconoce el propio Leitzelar, lo único que Zelaya quiere es saber, simplemente, si la población está a favor de que el 29 de noviembre entrante, en coincidencia con las elecciones generales, se someta a referéndum la convocatoria de una Asamblea Constituyente que reforme la Constitución.
Luego entonces, la oposición a Zelaya se precipitó y, bajo el pretexto de impedir el posible acercamiento con Chávez, rechazar el desenlace de la consulta popular que pudiera no favorecer al proyecto del partido liberal.
El caso fue que esta situación política se le salió de las manos a Zelaya, de modo tal que permitió un ambiente de confusión nacional en Honduras, a tal grado que tanto los liberales como el congreso y los militares confabularon en su contra. Y así se fraguó el golpe.
La situación está doblemente complicada por lo siguiente. Hoy por hoy, difícilmente el congreso reculará en la designación del interinato que recayó en manos de Roberto Micheletti, hasta ayer el presidente del congreso desde 2006 y para quien “Dios le dio esa bella oportunidad”; quien permanecería en el poder hasta el 27 de enero del 2010. Un hombre cercano a las fuerzas armadas de su país, porque fue miembro de la guardia de honor presidencial en octubre de 1963, cuando el ejército derrocó al extinto presidente liberal Ramón Villeda Morales.
Pero además, el golpe militar causó repudio generalizado de la comunidad internacional, México entre ellos. Relaciones Exteriores se pronunció exhortando “a evitar la violencia y manifiesta su disposición a colaborar para construir vías de diálogo que permitan restablecer la normalidad democrática”. También para Estados Unidos, quien se ha pronunciado en contra de las medidas avaladas por el congreso local y la confabulación contra el presidente constitucional. Para EU el presidente de Honduras sigue siendo José Manuel Zelaya. Así lo expresó Barack Obama: “Pido a todos los actores políticos y sociales en Honduras que respeten las normas democráticas, en estado de derecho y los principios de la Carta Democrática Interamericana”.
Otros países han visto con malos ojos el encumbramiento de Micheletti, quien con unas horas en el mando y a nombre de la democracia, decretó de inmediato el toque de queda para evitar los disturbios que de todas maneras ya se manifiestan con barricadas en la Tegucigalpa, la capital. Entre tanto, Zeleya ha dicho que no ha renunciado ni usará ese mecanismo.
28/junio/2009.
miércoles, 23 de diciembre de 2009
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