miércoles, 23 de diciembre de 2009

El voto del ya basta

Los partidos políticos en México no pueden poner oídos sordos a la campaña que de unas semanas para acá, se está difundiendo rápida y principalmente por internet. El llamado del ¡ya basta!, a los votantes para la anulación del voto, se está erigiendo como una forma de protesta ciudadana —especialmente de los jóvenes— y va encendiendo los ánimos contra el voto del próximo 5 de julio.
El mismo ánimo que despertó entre la ciudadanía la víspera de las elecciones del año 2000, cuando el candidato presidencial del Partido Acción Nacional, Vicente Fox Quesada, alentó a la gente a votar por él gracias al hartazgo de la sociedad contra la permanencia cuasi sempiterna del Partido Revolucionario Institucional, es el ánimo que ahora está despertando ya no contra los partidos sino contra el sistema político en su conjunto.
Es decir, ni siquiera es contra el sistema de partidos, que no cambia y adolece del problema de la carencia de representatividad, gracias a que tanto los dirigentes como los candidatos de dichos institutos políticos responden a intereses personales o del grupo a que pertenecen. No. Es contra el sistema político, del que forma parte el sistema de partidos, que bien se ha ganado el calificativo de partidocracia y se resiste a abrir cauces para su renovación.
Y esta protesta ciudadana, que va creciendo tan rápidamente y nadie sabe hasta dónde llegará en pocos días, porque se difunde por la red entre los millones de inconformes que se están aliando, debería hacer reaccionar a los partidos políticos a hacer algo. Lo que sea, pero ya.
No obstante, ahora sí que los partidos tienen un auténtico problema encima. Por varias razones. Una. El tiempo de aquí al 5 de julio está encima. Dos. Todos los partidos están empecinados en la promoción de sus candidaturas. Tres. Los partidos tienen a sus mejores “gallos” y ponen sus mejores caras. Cuatro. Todos encabezan como estrategia principal la “guerra sucia” para eliminar electoralmente al o a los enemigo(s) de los otros partidos. Cinco. Los grandes se dan con todo, para no perder sus cotos del poder.
Basta señalar que el temor del PAN a ser rebasado por el PRI —su mayor competidor porque es el que está mejor posicionado en las encuestas que se han hecho hasta el momento, con y sin tintes partidistas— es perfectamente fundado. Por lo mismo la guerra sucia alcanza la amenaza cumplida del PAN de hacer redadas y encierros masivos de posibles implicados en el crimen organizado, como en Michoacán y Nuevo León. Todo para ganar adeptos y simpatizantes enviando el mensaje al ciudadano de que los panistas sí resuelven los problemas que atentan contra la seguridad de las personas. No obstante, y tal vez ellos lo saben, están en una guerra sin cuartel que van a perder más pronto que tarde. Pero por ahora y de ese modo, con golpes de timón, pretenden engañar a la ciudadanía de aparentar soluciones.
Pero la verdad es que los partidos, o la partidocracia, no tienen el tiempo suficiente para contrarrestar esta campaña masiva. La contracampaña se los está comiendo. Los ciudadanos, con la herramienta del internet, están ya rebasando a los partidos. No obstante, tienen el beneficio de la duda. A ver qué hacen. Porque son expertos en manipular con imágenes a las personas, gracias al alcance de la televisión, pero no lo son para convencer del por qué pedir el voto a su favor, para su partido o para sus candidatos.
Difícilmente discuten propuestas, puras descalificaciones porque se sacan sus trapos al sol. Además desoyen las demandas ciudadanas. Ofrecen atenderlas, luego las ignoran. Los ciudadanos lo saben. Por eso es que ahora son precisamente los ciudadanos que conforman las clases medias, los que reaccionan contra las condiciones de vida de una forma creativa. Son esos ciudadanos los que ahora impulsan la protesta contra el sistema político y económico que desoye sus demandas. Ahora el hartazgo es contra dicho sistema, que desde hace décadas no cambia.
El camino es largo. El tiempo es corto. Los partidos tienen la palabra. Los ciudadanos, la decisión. ¿Y el cambio cuándo?

3/junio/2009.

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