miércoles, 23 de diciembre de 2009

La guerra sucia desde EU

Para esta contienda electoral, los partidos políticos en México han recibido todo tipo de reacciones virulentas en contra, por parte del Partido Acción Nacional (PAN). Pero que llegue aún de último momento como una extensión de la guerra sucia interna desde el exterior, vía el artículo “Cartel de las drogas…, una elección en la frontera sur” de The Wall Street Journal, firmado por Joel Millman y José de Córdoba, no tiene parangón.
Todos sabemos que los Estados Unidos meten las manos en los procesos electorales de México. Desde siempre han tejido alianzas con muchos vendepatrias mexicanos que han alcanzado el poder presidencial. EU tiene intereses, hablando del exterior, no amigos. O, la América es para los americanos, el precepto de la Doctrina Monroe; atribuida a James Monroe pero elaborada por John Quincy Adams en 1823. Ni se diga de cuidar su “patio trasero”, en un país cuya frontera se extiende por más de tres mil kilómetros.
Es más, nadie en México duda que muchas de las decisiones que se toman en la política sean avaladas, tarde que temprano, por la Casa Blanca o los organismos de inteligencia de aquél país: la CIA, el FBI, el Pentágono. Es el caso de las últimas sucesiones presidenciales, por ejemplo, como el relevo del PAN por el PRI en aquellos tiempos aciagos de desbordado desgaste del partido institucional al final del sexenio de Ernesto Zedillo, con 71 años de ensimismarse en el poder.
Hasta corre como secreto a voces, “popular”, que el cambio de partido fue “negociado”, si bien entre las cúpulas económicas y políticas de este país, pero avalado por los EU. Tal vez, se presume, hasta se haya definido el tiempo máximo de presencia del PAN en el poder, que no iría más allá de dos sexenios. De ser eso cierto, el PAN tendría sus años contados en el poder. Y se esperaría el regreso del PRI. Por eso la guerra sucia. Orquestada por el PAN, porque ya se endulzó el paladar.
Pero antes de que eso pudiera ocurrir en los escenarios de la política, tratándose del relevo presidencial para lo que faltarían todavía tres años, hay que pasar el trago amargo —para ambos partidos, como sea que ocurran las votaciones— del día de mañana.
No han faltado políticos que digan que no pasará nada, aunque el PRI remonte y alcance un importante número de curules en la Cámara de Diputados. Porque o bien se requiere mayoría absoluta, o bien orquestar las alianzas necesarias para poder hacer las leyes. Además está el contrapeso del Senado.
Pero un triunfo del PRI, sin redundancias, significará una derrota grave para el PAN por muchas razones. Por donde se le vea. Por ejemplo, la primera víctima de la derrota, el primer sacrificado, será el operador de la guerra sucia preelectoral. Una contienda llena de errores cuyo autor es, por extensión de la orden presidencial, un actor falto de tacto, de sensibilidad política y muy pocos escrúpulos: Germán Martínez Casares.
No obstante el primer derrotado será el mismo presidente Felipe Calderón, quien encabeza la ofensiva. El segundo que se hunde es el propio partido en el poder. Un partido que no ha sabido operar teniendo el gobierno entre manos, tampoco tratar con la oposición. Y no es su carencia de principios, es su falta tacto político, de negociación, de interés en los otros.
Esto es, que si el PAN pierde algo de lo que tiene hasta ahora en esta elección, difícilmente se recuperará más adelante, en el 2012. En otras palabras, si en esta elección Acción Nacional no se mantiene por lo menos, difícilmente se recuperará en el periodo de tres años, y estará en riesgo de perder la próxima presidencial.
Pero el artículo publicado en WSJ, a tan sólo dos días del 5 de julio, en unas elecciones que son clave para la vida política nacional, no sólo forma parte de la guerra sucia del PAN, es síntoma de su desesperación. Más allá de las atinadas declaraciones del especialista en el tema Edgardo Buscaglia, el diario estadounidense trató de mostrar la otra cara en el análisis. Así se menciona a personajes como Fidel Herrera, Lázaro Cárdenas Batel, Leonel Godoy (pero, se dice también: “ninguno de los tres hombres han sido acusados de ningún delito. Documentos de inteligencia han sido poco fiables en ocasiones en el pasado”), y Mario Anguiano, candidato a gobernador por Colima.
Y si bien es cierto que ninguno de estos políticos merece estar fuera de sospecha, tampoco se ofrecen pruebas más allá del dicho, de las simples suposiciones. Es decir, que el artículo de WSJ maneja un corolario de rumores, armados en el contexto de la lucha contra el narcotráfico que libera Calderón contra los carteles y el crimen organizado.

3/julio/2009.

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