Tras el toque de queda y las protestas contra el gobierno usurpador de Roberto Micheletti en Honduras, llegó la represión. La movilización popular motivó la reacción violenta de los golpistas, que con los soldados en las calles tratan de disolver las manifestaciones de protesta a punta de chorros de agua y gases lacrimógenos por la expulsión de Manuel Zelaya, a quien los milicianos sacaron en pijama el domingo rumbo a Costa Rica.
Pero ante las reacciones en contra del golpe militar y del nombramiento del empresario de origen italiano como presidente, por parte del poder legislativo también usurpador, la situación se complica para la gobernabilidad en Honduras. Un poder de facto tiene un repudio de facto. Porque no únicamente los hondureños repudian a Micheletti, casi todo el mundo hace lo propio.
Los gritos de: “que venga Mel” y “Micheletti traidor” y “militares traidores, recuerden que Mel les ayudó”, resuenan en toda Honduras y Zelaya los retoma para decidir el regreso a su país a cumplir con el mandato que le dio el voto popular hasta enero de 2010.
También las organizaciones populares, estudiantiles, de trabajadores y campesinos, han decidido un paro nacional indefinido hasta que se restablezca la democracia y regrese Zelaya. Es seguro que ni siquiera el propio presidente constitucional se esperaba tanto apoyo de su pueblo. Mucho menos de la comunidad internacional.
Desde Estados Unidos, el presidente Obama ha calificado el golpe militar como “destitución ilegal” del presidente; en tanto la propia Hillary Clinton, la Secretaria de Estado, ha expresado que para su país la situación en Honduras “ha desencadenado en un golpe”.
Otros países han hecho lo propio. Pero quien ha reaccionado con mayor celeridad ha sido el gobierno de Hugo Chávez. Revuelo para Chávez, porque este conflicto podrá reposicionarlo como líder no solo con los gobiernos amigos ya, como los de Brasil, Bolivia, Argentina, Uruguay, Paraguay; Chile y Bolivia como asociados, sino con el resto de Latinoamérica.
Aludiendo a un artículo constitucional de Honduras que llama a la rebelión popular cuando un gobierno no sea emanado del pueblo, o a un gobierno usurpador, Hugo Chávez señala que nadie debe obediencia a un gobierno usurpador. En otras palabras más directas: “Le decimos a los golpistas que estamos listos para apoyar la rebelión del pueblo… y eso no va a ser en palabras”.
Y otro llamado importante que hizo el representante de Venezuela en Naciones Unidas. Un exhorto a las fuerzas armadas hondureñas a no disparar contra el pueblo, advirtiendo que se pueden llevar muchas sorpresas si lo hacen. Aparte que en la ONU, los países integrantes no aceptarán un gobierno usurpador.
También el Secretario del organismo, Ban Ki-moon, condenó el arresto del presidente constitucional Manuel Zelaya. Hizo un llamado a los hondureños a solucionar sus diferencias pacíficamente y en un espíritu de reconciliación. Por lo que confió en una pronta solución a la crisis por medios democráticos, a la vez que dispone de la ONU para la solución del conflicto en ese país centroamericano.
Así, en tanto el propio Micheletti llama a sus seguidores a resistir la presión internacional, está tratando también de impedir que los medios de comunicación como la televisión emitan señal al exterior de los disturbios en la capital Tegucigalpa, y que se extiendan por todo el país. Pero el llamado internacional es, precisamente, a no derramar sangre porque sería contra un pueblo inocente por las ambiciones de un usurpador; un hombre que alude a la democracia como bandera y a Dios como quien le dio la oportunidad de llegar al poder en Honduras. Aunque sea a la malagueña.
El propio embajador de Honduras ante la ONU, Jorge Arturo Reina, pidió una condena mundial al golpe de Estado en su país y la restitución del poder a su legítimo presidente, José Manuel Zelaya.
También el Grupo de Río, al que pertenece México, llamó a la restitución inmediata e incondicional de Manuel Zelaya, en su cargo como presidente, y Claude Heller, el embajador mexicano, no sólo condenó el golpe militar, sino manifestó que “el Grupo de Río rechaza el uso de la fuerza armada en la detención arbitraria del jefe del Ejecutivo” quien fuera obligado a salir de su país. Llamó también al establecimiento inmediato del orden institucional en ese país.
La OEA, por su parte hace lo suyo. El secretario general, José Miguel Insulza, por la organización que “no acepta una vuelta al pasado en el continente”. Y no habrá concesión alguna al régimen que se proclama con base en un golpe militar. Y remató: “En nuestra región, los militares golpistas no tienen cabida”.
Y sólo se contempla la reposición en su legítimo cargo al Presidente Manuel Zelaya. En tanto los vecinos de Honduras han anunciado el cierre temporal de sus fronteras. Como lo dijo Insulza, el único camino que queda es el “aislamiento internacional”.
29/junio/2009.
miércoles, 23 de diciembre de 2009
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