jueves, 24 de diciembre de 2009

Reacciones

Mucho de qué hablar. Eso es lo menos que ha provocado la propuesta de presupuesto presentada ayer ante el Congreso de la Unión por el titular de Hacienda, Agustín Carstens. Pero muchas reacciones en contra, más que a favor, ha despertado la iniciativa de Felipe Calderón para este 2010 que toca a las puertas. El alza generalizada del 2 por ciento al consumo, incluye el impuesto en alimentos y medicinas. Es decir, impuesto para todo.
El garlito del combate a la pobreza ha sido señalado por su inconsistencia. Porque no hay ninguna regla, menos algún candado que garantice que parte de lo recaudado sea aplicable eficientemente a resolver ese lacerante tema.
El problema sigue siendo la falta de seriedad que representa el proyecto, sólo para salir de la urgencia del hoyo presupuestal 2010, más que solucionar asuntos de fondo. Aunque para resolver en serio el problema de la crisis económica y presupuestal del gobierno, no bastará seguir con los mismos preceptos de política económica aplicable hasta ahora. Los de la política neoliberal.
Sería urgente meterse a solucionar los verdaderos lastres presupuestales, herencia del pasado reciente, como los hoyos negros que representan, por ejemplo, el Fobaproa (herencia de Ernesto Zedillo, por allá de la crisis de 1995), los Pidiregas (también de Zedillo), el rescate carretero (de mismo Zedillo) y el rescate azucarero (del flamante presidente del cambio, Vicente Fox); la deuda externa del país (con los alrededor de 60 instrumentos de deuda colocados en el exterior) y el rescate bancario (que se lleva el 67 por ciento del total del presupuesto federal). Hacia allá es hacia donde hay que voltear el análisis, porque representa ese total del 90 porcentual del gasto presupuestal del gobierno; lo que aparece como etiquetado y por eso inamovible.
No se dice nada desde el Congreso de la Unión, o desde el propio gobierno (salvo algunas muy honrosas excepciones, entre los académicos, analistas de los medios y algunos políticos, como el propio Andrés Manuel López Obrador entre cuyos méritos que hay que reconocerle colocar el dedo en la llaga al problema central de este país); pero por qué no se investigan esos desfalcos al presupuesto que sangran las finanzas nacionales, y donde unos cuantos empresarios —¿y políticos?— se llevan el grueso de esos recursos. Así, para la coyuntura actual ya no es únicamente el tema de la deuda externa, que históricamente ha representado un problema por la dependencia de recursos del exterior, es también la apropiación de los grandes montos del ingreso presupuestal que fluyen hasta el bolsillo de unos cuantos ricos de este país.
Pero además, otro tema que igualmente está sobre la mesa de discusión, es que no hay propuestas claras destinadas a resolver el problema del impulso a la economía, del crecimiento de la economía real. Salir de la crisis no es un tema de discusión para el gobierno del presidente Calderón. Como si el asunto fuese sólo impositivo para el paquete económico, para el presupuesto federal.
Eso sin contar con que tampoco es una característica de este gobierno ejercer bien el gasto, por los cuantiosos recursos no aplicados que se reflejan en los elevados montos del no ejercicio presupuestal. Con un agregado importante: el gobierno de Calderón, como otros gobiernos de extracción priista, no rinden cuentas a nadie. Ni a los representantes del poder legislativo, mucho menos a los contribuyentes. Ese es un gran boquete, entre otros, que presentas las leyes de este país, y que ninguna Legislatura ha enfrentado para encontrar soluciones.
Y si no hay preocupación por la economía, tampoco lo hay por todo lo que conlleva solucionar el tema del empleo, de los salarios, el poder adquisitivo, de la pobreza. Y el asunto de la inequidad en la distribución de la riqueza de este país. Al contrario. Como todo gobierno de derecha en el mundo, primero hace todo lo propio para generar a los pobres, y luego entrega las dádivas para solucionarlo.
Entre las cualidades que se mencionan para el paquete de Calderón, se asume que tiene una pisca de voluntad política al proponer un recorte a los salarios de la alta burocracia. Y que está enfrentando un recorte al gasto por la desaparición, o fusión, de algunas dependencias del Estado. Pero bien visto el problema, la medida no conlleva la solución de la problemática que dichas dependencias han enfrentado. En ninguna. Al contrario, será el abandono total. El finiquito a muchos de los problemas que atendían dichas dependencias.
Si, por ejemplo, Economía no resuelve sus asuntos, cómo va a tratar los temas del turismo, al fusionarse con Sectur. Lo mismo con las demás, como la Reforma Agraria, o la Función Pública que se va a Presidencia.
Lo que viene será la discusión de los detalles. Pero los diputados deben retomar el tema de los desfalcos a la nación. El asunto del crecimiento de la economía, y el dificilísimo (para Calderón) proyecto de país que requiere México en lo inmediato. Porque en tanto muchos países avanzan, el nuestro retrocede profundizando el modelo neoliberal.

9/septiembre/2009.

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