¿Hasta dónde? No se sabe. El problema es que la epidemia en fase 5 sigue aumentando. En México y en otros países. Podría llegar a la fase 6. No es un virus estacional, sino que tiene su propia dinámica. De ahí también que se trata de un virus distinto. Los especialistas que la Organización Mundial de la Salud (OMS) que lo analizan ya tienen su genoma. Esa es la base para producir el antiviral correspondiente.
México, si bien resulta el país más afectado, lamentablemente no es el único. Hay pandemia, infectados, en otras partes del mundo. En México, al día de ayer en punto de las 18:00 horas, la cifra era de 367 casos de influenza tipo A, confirmados en laboratorios. Los datos también fueron confiados por la OMS.
Y en este punto, no está de más decir que el problema se agranda o magnifica, desde que se desdeña el gran impacto social que tiene.
Uno de los principales problemas que han brincado en esto, si bien se mantiene en alerta a la población, es la desorientación sobre el impacto del virus.
Además, hay una guerra de cifras. El propio titular de la secretaría de Salud, José Ángel Córdova Villalobos, que al parecer hace su mejor esfuerzo, ha contribuido a ese desorden que causa incertidumbre entre la gente. Precisamente por la tremenda respuesta que han dado las personas, de cuidarse al usar el tapabocas, tienen el derecho a que se les informe con claridad todo sobre el comportamiento del virus. Para cuidarse mejor y evitar infundirle temor e incertidumbre. El miedo no es una buena estrategia, como pareciera estarse aplicando. Es decir, que se informe con objetividad, con datos reales, con información avanzada, con los datos crudos; los avances en la investigación tanto del virus como de los posibles antivirales, etcétera, incluso el número de víctimas. Sin magnificar, con objetividad.
Hasta el último reporte, por ejemplo, de los 367 casos contabilizados, México encabeza la lista con 156 —pero tampoco la cifra es confiable—, seguido de EU con 141. En esta lista, se dice, falta por incluir los 343 casos confirmados en laboratorios de los que informó el gobierno de México; pero la proyección es que se incluyan en la lista del sábado, al igual que el número de decesos que son 15.
Siguen en la lista, desafortunadamente, Canadá con 34, España con 13, Reino Unido con 8, Alemania 4, Nueva Zelanda con 4, Israel con 2, China Hong Kong con 1, Dinamarca con 1, países bajos con 1 y Suiza igual con 1.
Pero, de acuerdo con el comportamiento de las empresas y laboratorios que en el mundo están investigando el virus, la salud de la población pareciera no importar. Es decir, los laboratorios que han descuartizado al virus, no han colocado el mapeo genómico por internet. ¿Qué quiere decir esto?, que después del virus vienen los antivirales y que obtendrá ganancias millonarias aquel laboratorio que demuestre —junto con el país de origen— la eficiencia para contener la infección. Simple: la enfermedad de la población mundial como negocio. Y de seguro la cura vendrá, sobre todo, de algún país del “primer” mundo.
Por lo mismo, cada país tendrá que rascarse con sus propias uñas. O sea, que no hay ni habrá una acción conjunta contra la pandemia del virus de influenza. Los préstamos ofrecido a México para el caso son eso, préstamos. Y por tanto, tampoco habrá una estrategia planeada contra la pandemia. Pero no se vale, por obvias razones: porque la gente común y corriente enfrenta con miedo la situación cuando hay incertidumbre, pero están de por medio las vidas de cientos, o miles.
Mientras tanto, no es consuelo que, como el caso de México, asistan menos pacientes a los hospitales. Ese no es ningún indicador de mejoría. ¿No será antes bien desconfianza, tanto del tratamiento como de acudir al propio foco de infección?
Otra vez la incertidumbre.
1/mayo/2009.
miércoles, 23 de diciembre de 2009
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