Cualquier síntoma de volatilidad, sean rumores, datos reales, expectativas, proyecciones, o altibajos de la bolsa de valores, por ejemplo, sacude a la economía real. Y si a la economía mexicana comenzó a pegarle el anuncio de la epidemia, con las consecuencias en el sector de los servicios tras la medida de cerrar espacios como bares, restaurantes, cines, teatros, etc. —especialmente en la ciudad de México y el Estado de México—, con mayor razón lo hará la clasificación que ha aplicado la Organización Mundial de la Salud (OMS) de que la crisis de influenza demanda adoptar la fase 5, según las normas.
El entrar a fase 5 de las 6 con las que se clasifican las emergencias epidémicas, significa el involucramiento de la pandemia en su afectación al menos de dos países. O más. Y es que si bien señala mayormente a México, también está en Estados Unidos, Canadá, Nueva Zelanda, España, Reino Unido e Irlanda. Por eso Margaret Chan, directora del organismo con sede en Ginebra, ha expresado: “Toda la humanidad está amenazada por la pandemia”.
Bueno, pues esta situación genera mayores desequilibrios de los que ya de por sí está pasando la economía mexicana, para no hablar por ahora de la economía mundial, cuya polaridad incluye a los EU. Así, se calcula que la debacle para el sector comercio, la industria restaurantera y los pequeños comercios se acerca a los 13 millones de pesos; al tiempo que se reflejará en la pérdida de al menos 100 mil empleos de la industria hotelera.
También, como señaló a un medio de finanzas el presidente de la bolsa de valores, Guillermo Prieto Treviño, se verá afectado el mercado de acciones, el de la deuda y el de derivados, ya que habrá baja de liquidez, menos participantes, sequía de los mercados y tremor de los inversionistas. Eso sin contar que está latente la crisis financiera y la inseguridad. Situación que se presenta, el de la pandemia, en un contexto de volatilidad, en una crisis global sin precedentes que todavía no toca fondo.
A partir de ahora, las expectativas de crecimiento de la economía han cambiado. No sólo en cuanto al impacto de la crisis en los meses inmediatos anteriores, también en lo referente a las proyecciones. Por ejemplo, según datos oficiales, se han debilitado los servicios del comercio, de autotransporte de carga, de alojamiento temporal, de preparación de alimentos y bebidas, y servicios educativos. Confirmados por INEGI, en febrero retrocedieron las industrias de equipo de transporte, edificación. Extracción de petróleo y gas, equipo de computación, comunicación, medición de equipos, componentes y accesorios electrónicos, e industrias metálicas básicas.
Y, de conformidad con el gobernador del Banco de México, Guillermo Ortiz, durante el primer trimestre del año en curso la caída será de entre el 7 y 8 porcentual. Situación que obligará a “revisar” la proyección anual. Esto, acompañado de una estimación inflacionaria de entre un 4 y 4.5 por ciento, según Banxico.
Para una drástica caída en la expectativa de crecimiento anualizado, entre el rango de 3.8 y 4.8 por ciento. Esto sin considerar todavía la situación estacional de compras de pánico que están haciendo los capitalinos y en otras ciudades de país, que están vaciando los centros comerciales de aquellos víveres no perecederos en prevención de la difícil situación por la pandemia.
Compras de pánico que, de seguir, rebotará en un repunte inflacionario a partir del segundo semestre del presente año. Recuérdese que no sólo son los tapabocas, los artículos que se están consumiendo con celeridad, también otro tipo de medicamentos, artículos de limpieza como el cloro, las aguas embotelladas, embutidos, vitaminas, etcétera.
Lo anterior, sin considerar que las inversiones públicas han sido insuficientes por parte del actual gobierno de Felipe Calderón, lo que ha incidido directamente en la falta de impulso a las actividades económicas que arrastran a otras ramas de la economía como la industria de la construcción y de infraestructura en general.
Recordemos cómo la instancia legislativa señaló que el actual gobierno de PAN mantuvo importantes subejercicios del presupuesto anual del año anterior, con prejuicio especial a los estados y obra pública. Medidas de política económica que no ayudan a empujar las actividades y, también, la recuperación económica del país. Agravante ahora es la pandemia que trastoca toda la vida social de las personas, actores y factores económicos. Habrá a quién culpar.
29/abril/2009.
lunes, 21 de diciembre de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario