Es verdad que, para cualquier organismo o sistema social, la coyuntura de crisis representa una sacudida y un ajuste. Las etapas cambian de rumbo, o de giro, en esas circunstancias. Pero aún en medio, o después del vértigo, todo trance es una oportunidad única para retomar el rumbo.
Si se sabe aprovechar la oportunidad se puede avanzar o, en su caso, incluso retroceder.
La reflexión viene a colación porque, como el dicho, cuando el río suena es porque agua lleva. Y las señales de estos días han salido tanto del poder Ejecutivo a través del secretario de Hacienda, Agustín Carstens, como del poder Legislativo en voz del presidente de la mesa directiva de la Cámara de Diputados, César Duarte.
Carstens, bajo el argumento que se debe aprovechar la oportunidad que representa el impacto económico del exterior -–como si la crisis fuese sólo de afuera--, para hacer las reformas estructurales y así contar con un mayor y más rápido crecimiento.
Duarte, bajo el criterio que es el Ejecutivo quien no ha enviado las iniciativas de reformas estructurales, para su discusión en el Congreso.
Según el balance del titular de Hacienda, la economía mexicana pasa por un proceso de desaceleración y este 2009 será de dificultades, pero se debe aprovechar la coyuntura para emprender los cambios necesarios. Pero es la fortaleza de la economía que se han podido aplicar políticas que aminoran la virulencia de la crisis.
Y Carstens le pone los puntos a las íes: “ya empezamos el proceso con el honorable Congreso de la Unión para buscar cuáles son las reformas estructurales que nos van a permitir transformar la estructura de la economía mexicana, de tal forma que aumentemos la tasa de crecimiento potencial de nuestra economía”.
Es decir, que la ofensiva por parte del Ejecutivo ya comenzó, según el secretario de Hacienda. Para poner en claro el rumbo que tomarían dichas reformas, las propuestas rondan sobre los siguientes sectores: telecomunicaciones, laboral, sistema bancario y educación. Además de “hacer más eficiente el gasto del gobierno, aumentar el ahorro de los mexicanos”, y eficientar el sistema bancario.
Y el momento llegó, al dicho del secretario, para realizar las reformas que permitan sortear tanto problemas inmediatos como los de largo plazo; generar empleos y crear condiciones para un crecimiento más equitativo que enriquezca a toda la población.
Para el titular de la mesa directiva, Duarte, la Cámara ni el Senado cuentan con las iniciativas que permitan tales reformas estructurales de las que se queja el titular de Hacienda, por lo que propone: centrar los temas fundamentales económicos y dar los resultados que el pueblo espera. Para ello es necesario que lleguen las iniciativas del Ejecutivo.
Es el caso de la aludida reforma laboral que el titular del Trabajo, Javier Lozano, aludió y nunca envió.
Hasta aquí el intercambio. Luego vienen los problemas. El caso es que, pese a la exigencia y oportunidad que plantea la crisis económica, no hay el clima político necesario para plantear las llamadas reformas estructurales. El ambiente preelectoral lo impide y ninguna propuesta saldría avante, por un lado. Por otro, no hay razón de ir a contracorriente porque desde la década de los noventa, hasta los propios Estados Unidos han dado marcha atrás a este tipo de reformas, porque el libre mercado nunca les funcionó y pronto se dieron cuenta que el papel del Estado es fundamental. No se diga en tiempos de los cambios que exigen las crisis. Bueno ni siquiera en materia laboral, porque la política social toma auge por parte del Estado con la situación de crisis. Nade menos ahora EU va tras una mayor atención a la gente, al rescate de la seguridad social. Pero bueno, alguien tiene que hacer ruido para señalar que se atiende la difícil coyuntura. Y si se hace alguna reforma se irá para atrás. No hay de otra.
5/marzo/2009.
lunes, 21 de diciembre de 2009
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