Como parte de las reuniones preparatorias previas a la visita del presidente estadounidense, Barack Obama a México a mediados de abril, este 25 y 26 se espera el arribo de Hillary Clinton en la avanzada, pero también vendrán el fiscal Eric Holden y la Secretaria de Seguridad Nacional, Janet Napolitano.
Está claro, con estos operadores que llegarán primero a nuestro país, que si bien la Casa Blanca ha anunciado que esta misma semana definirá las líneas estratégicas para el manejo de su relación con México, la preocupación se centra en un solo tema: el de la seguridad nacional.
La agudización de los problemas por la lucha del y contra el narcotráfico en la franja fronteriza de ambos países, pero principalmente en México, está preocupando al nuevo presidente de EU, Obama, y seguramente lo colocará en la mesa esperando respuestas inmediatas.
Pero de ser el caso, México también tiene la oportunidad de replantear no sólo el asunto de la seguridad que le ocupa al presidente Obama, también otros como la venta de armas y los negocios de puertas abiertas en las ciudades fronterizas, el caso del lavado de dinero, o el del elevado consumo de drogas en EU que eleva la demanda; y uno que es fundamental para México en esta complicada relación de vecinos: el problema de los inmigrantes y su posible regulación.
Recuérdese que Obama ha referido el posible acuerdo con México en el asunto de los migrantes, pero el de la seguridad es y será un elemento primordial para él. Por eso es que a los mexicanos les corresponde hacer el planteamiento desde ya, para hacerle ver a Obama las otras prioridades de México.
No obstante, como se ha anticipado, el presidente de EU estaría proponiendo una estrategia de reforzamiento de la frontera con México, que incluiría agentes federales fronterizos, y hasta la conformación de un equipo especializado de corte bilateral para luchar conjuntamente contra los cárteles de la droga. Aquí el problema es el de los sistemas de inteligencia de ambos países, porque las agencias de seguridad de EU no estarían dispuestas a compartir dicha información.
Así, no obstante que los congresistas de EU reconocen que el actual presidente Felipe Calderón ha emprendido una guerra sin cuartel contra las mafias, al mismo tiempo muestran su preocupación por el desbordamiento que está teniendo dicho combate.
Pero como se sabe, el problema no es de un solo país, sino que corresponde a ambos afrontarlo, y con medidas de fondo que EU todavía no muestra.
Es el caso que los legisladores de México se están pronunciando contra medidas como el llamado Plan Mérida, porque EU está regateando los recursos solicitados, pues de los 500 millones de dólares iniciales sólo se han aprobado 300 por parte del Congreso estadounidense, lo cual resulta denigrante.
En estos términos están acordando legisladores de los tres principales partidos: PRI, PAN y PRD, e integrantes de la Comisión de Defensa Nacional, sobre la obsolescencia de dicho Plan, porque la realidad ha sido rebasada, tanto en México como en los propios EU. Y el diagnóstico para el vecino del norte es incriminatorio: “La realidad en Estados Unidos es que están infiltrados por el cártel del Golfo en 195 de sus ciudades, además de que la presencia de esta banda criminal ya está en 41 países, incluido Canadá”.
En otras palabras, que el problema no es sólo de la frontera entre México y EU, sino que las redes se han extendido más allá. De ahí la preocupación de los legisladores mexicanos, porque la estrategia debe ser trilateral, y con otros temas de las relaciones entre los tres países implicados. Porque los grupos involucrados están llevando su poderío económico a la región. Esto es, que el asunto de narco ya dejó obsoleta cualquier estrategia que comprenda sólo las discusiones sobre el impacto fronterizo.
Habrá que señalar a Obama que la seguridad nacional se cuida también desde adentro.
22/marzo/2009.
lunes, 21 de diciembre de 2009
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