lunes, 21 de diciembre de 2009

Benedicto XVI y el sida

Tras su primer recorrido de siete días por Camerún y Angola, en África, y ya de regreso al Vaticano, el Papa Benedicto XVI tendrá el tiempo suficiente para reflexionar sobre la postura asumida en delicados temas como el del sida que tanto azota aquel continente.
A Camerún, el Papa llevó el documento preparatorio de trabajo para el II Sínodo de África; en Angola, estuvo presente en la conmemoración del 500 aniversario de la evangelización, que iniciara Portugal desde principios del siglo XV. Vaya pretextos.
Este viaje de Benedicto XVI, empero, estuvo marcado por la polémica cuando, a bordo de un Alitalia con rumbo a Yaounde, Camerún, declaró a los periodistas que el sida “no se combate sólo con dinero, ni con la distribución de preservativos que, al contrario, aumentan el problema”. El sida se vence, dijo, con una humanización de la sexualidad y nuevas formas de conductas.
Cuando intervino el explicador; es decir, el portavoz Federico Lombardini, insistió que el sida no se propaga sólo por motivos sexuales, también por condiciones higiénicas escasas. Evocó las tres direcciones en las que se despliega la acción de la iglesia frente al sida: “la educación sobre una sexualidad responsable y el fortalecimiento de los valores del matrimonio y la familia, el compromiso con los tratamientos eficaces y la atención a los enfermos”.
Además de arremeter contra las multinacionales —lo cual, además, es cierto— de invadir el continente para apropiarse los recursos naturales, con la complicidad de las autoridades locales.
Y frente al presidente de Angola, José Eduardo Dos Santos, la postura oficial fue sobre la esperanza para África, porque es necesario acabar con la corrupción, “y que los países ricos respeten la promesa de destinar el 0,7 por ciento del PIB para ayuda al desarrollo”, de los pueblos africanos.
En un discurso más político, Benedicto XVI refirió algunos de los problemas latentes, como el respeto a los derechos humanos, los gobiernos poco transparentes; y señaló lo que está faltando: una justicia independiente, libertad de prensa y una administración dispuesta a terminar “de una vez por todas”, con la corrupción. Sin olvidar la superstición y la brujería que impera en muchas regiones de África, a quienes la iglesia debe ofrecer alternativas a aquellos “desorientados que viven en el terror”, y contra el sacrificio de niños y ancianos en la calle por considerarlos brujos.
Pero las reacciones generalizadas por la postura sobre el preservativo no se hicieron esperar. Desde varios países occidentales apoyaron la medida como fundamental para prevenir la transmisión de la pandemia en un continente con 27 millones de infectados. Tan sólo la cancillería francesa, así como el ministerio de Salud de Bélgica, manifestaron su fuerte inquietud por las consecuencias de las declaraciones de Benedicto XVI, en su viaje por África.
No pocos le recordaron al Papa la mala calidad moral de sus hombres peregrinos, que dicen divulgar la palabra de Dios en el nombre de la Iglesia católica.
Varias ONG de Europa calificaron sus palabras de “ciegas y desafortunadas”. Desde Francia, “expresa su fuerte inquietud por las consecuencias de esas declaraciones”, dijo Eric Chevallier. Para Michel Kazatchkine, director del Fondo Mundial contra el Sida, lo dicho por el Papa es tan inaceptable como “una negación de la epidemia”.
Las ONG alemanas acusaron a Benedicto XVI de “pecar contra toda la Humanidad”; mostraron su rechazo categórico en vista del “dolor multitudinario que causa el sida en África”. Polémica similar a la que generó el sucesor de Juan Pablo II al levantar la excomunión a un obispo que negó el Holocausto, y la excomunión a una madre y médicos que practicaron un aborto a una menos de 9 años que embarazó de mellizos violada por el padrastro.
Entre tanto, como protesta España envió un millón de condones al continente africano. Vaya reto.

24/marzo/2009.

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