miércoles, 23 de diciembre de 2009

Influenza y crisis

Tan oscura como devino la cortina de humo que se formó con el asunto de la influenza —bien que mal apareció muy oportuna por el tremendo impacto que generó en los medios de comunicación impresos, y sobre todo en la televisión—, de la misma manera están surgiendo las estadísticas de otro impacto que resulta todavía mayor y más perjudicial: el de la crisis económica por la que atraviesa la economía mexicana y que también tiene secuelas de muerte.
La diferencia consiste, en este último caso, en que las personas se mueren lentamente de hambre, o al menos de cualquier tipo de enfermedad porque los sueldos no alcanzan para satisfacer la canasta alimentaria básica a los millones de trabajadores; tampoco para acudir a hacerse los chequeos médicos constantes, porque los servicios sociales están en la calle, y mucho menos para curarse las enfermedades silenciosas derivadas del estrés que afectan directamente al sistema nervioso y atacan sin piedad al corazón.
Y del corazón de la economía están surgiendo precisamente los datos económicos. Desde el simple “catarrito”, como lo catalogó el propio secretario de Hacienda, Agustín Carstens, por allá de principios de 2009, cuando estalló la crisis financiera internacional que partió de la economía de Estados Unidos, al “hecho de entrar en recesión” ahora, porque al primer trimestre de 2009 —de enero a marzo— la economía de México arroja el dato frío de una caída del 7 por ciento.
Pero en marzo pasado, el propio titular de Hacienda cambió de opinión porque el deterioro llegó a México, dijo, como “un tsunami del exterior”, con todo y que las medidas contra la crisis derivarían en sacar la cabeza del hoyo; en salir de la recesión. Pero tan no ha sido así que lo que señalaban en su oportunidad los críticos de la economía mexicana, ahora tiene que ser reconocido.
Asunto de cuidado es que ya comienza, ahora sí, a insinuarse que se solicitará al Congreso la modificación de leyes para ejercer con déficit presupuestal para periodos de bajo crecimiento.
En la divergencia se colocan analistas de Banamex, quienes aseguran que la recesión económica data de mediados del año pasado; en tanto para Moody´s los pronósticos económicos indican que la mexicana podría enfrentar una contracción mayor a la reportada durante la crisis del 1995, si el titular del Ejecutivo decide contraer el gasto público.
El caso es que, por ahora, la economía se encamina ya a una contracción del 5 por ciento, sin considerar los efectos de la pandemia que todavía no se supera; ésta ha permitido que el gobierno la toma de pretexto para justificar el impacto que, efectivamente podría resultar mayor al de la crisis del 95, porque entonces la economía de EU no resentía como ahora los impactos de la crisis. No obstante el optimismo de aliciente que genera el Fondo Monetario Internacional al suponer que será, durante el segundo semestre de este año, cuando la recesión de las economías latinoamericanas toquen fondo con la actual situación, incluido México.
Pero la situación del corazón de la economía del vecino del norte es más que complicada. No obstante el optimismo del secretario del Tesoro de ese país, Timothy Geithner, quien asegura en The New York Times que el sistema financiero saldrá más fortalecido, luego de las “pruebas de resistencia” realizadas a los 19 principales bancos. Algunos de los cuales les han solicitado aumentar sus reservas de capital, como es el caso del Bank of America, Wells Fargo, GMAC, Citigroup y Morgan Stanley, entre otros.
Las instituciones bancarias requieren, en general, de al menos 75 mil millones de dólares adicionales, para enfrentar las pérdidas por la recesión actual. En tanto la situación empeora, tanto en EU como en México, y en el vecino del norte los bancos exigen cuantiosos recursos, en el resto de AL y nuestro país en particular los fondos no alcanzarán para afrontar la debacle. En tanto el mismo Carstens asegura que por la influenza caerán los ingresos del fisco en unos 10 mil millones de pesos, pérdida que será absorbida por el gobierno federal a costa de un mayor déficit público, que se colocará entre el 1.9 y 2 por ciento. Entre tanto se cuidarán la tasa de inflación y las tasas de interés; sustituyendo deuda interna por externa y abriendo espacios a las empresas al financiamiento. Tras la influenza, la triste realidad.

8/mayo/2009.

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