lunes, 21 de diciembre de 2009

Guerra política de Calderón

El ambiente político y preelectoral está muy enrarecido. Y hay un culpable: el titular del poder Ejecutivo, Felipe Calderón Hinojosa. Y la punta de lanza del trabajo sucio es el presidente del Partido Acción Nacional, Germán Martínez Cázares.
La estrategia de descalificaciones la comenzó el presidente Calderón, particularmente contra el Partido Revolucionario Institucional. Inició una campaña de señalamientos por sus presuntos nexos con el crimen organizado, o con el narcotráfico, acusaciones no probadas.
Pero eso ocurre apenas últimamente. Porque no hace mucho Calderón quería aliados políticos. Después de las descalificaciones del PRD tras la elección donde el triunfo del 2 de julio de 2006 del propio Felipe Calderón quedó en entredicho, y para eludir las descalificaciones de Andrés Manuel López Obrador y de una buena parte de la sociedad que puso en tela de juicio la legitimidad tanto del proceso como del nuevo ocupante de la silla presidencial, al primer partido que buscó el PAN para lograr cierta estabilidad política y una relativa legitimidad mediante acuerdos básicos, fue precisamente al PRI.
Con el PRI a su lado, Calderón y el PAN tenían asegurada la permanencia en el poder en tanto se esclarecía y resolvía qué hacer con las cifras finales resultante de la votación presidencial. De momento, al PRI le convino acercarse al PAN en una primera oleada de amarres políticos, porque tendría a cambio algunas concesiones que tenían que ver con su propia sobrevivencia como segunda fuerza política nacional, y el triunfo asegurado de algunas gubernaturas.
Pero pronto el nuevo presidente se inventó un mecanismo de legitimidad, distinto al apoyo de un PRI que comenzó a presionar o a condicionar su postura: siguiendo el ejemplo de la derecha recalcitrante de los Estados Unidos con George Bush a la cabeza, Felipe Calderón se lanzó a la guerra contra el crimen organizado (aquél lo había hecho contra el terrorismo internacional), esperando encontrar un buen pretexto para obtener la legitimidad y el apoyo incondicional de la sociedad al luchar contra el crimen organizado y el narco.
Pronto, Felipe sacó al Ejército Mexicano a las calles para pelear frente a frente contra las bandas de narcotraficantes en algunos estados donde se comenzaba a desbordar la violencia. Ese análisis del uso del Ejército todavía está en pañales. Primero las pandillas se mataban entre sí disputándose las plazas, pero luego vino un cierto ataque a muchos inocentes, como los atentados en Morelia con granadas donde hubo 8 muertos y cuántos heridos. La violencia siguió alcanzando a muchos inocentes porque las balaceras se escenificaron en las calles de varias ciudades del país.
Con el apoyo del Ejército y dejando a un lado a las policías locales: estatales, municipales y hasta federales por la infiltración de las bandas del crimen organizado, Calderón se montó en esa pugna para obtener la confianza de la sociedad a quien le vendió la idea de que, no obstante el peligro, ése era el auténtico enemigo de México. En ese camino dejó de lado los apoyos del PRI, no obstante lo tuvo cerca hasta que se discutió y avaló la reforma de Pemex, para abrirla a la participación privada como está ocurriendo ahora.
La cercanía de las elecciones en este 2009, donde están en juego seis gubernaturas, los 500 diputados federales para renovar la Cámara, y otras tantas autoridades municipales; aparte de la ALDF y las delegaciones políticas en el DF, ahora sí el PAN arremete contra el PRI. Es cuando el PAN le ve todos los defectos al PRI, y el tirador que pone al frente Calderón es a Cázares. Pero Martínez Cázares no está tirando piedras, está escupiendo al cielo, y él es el primero en salpicarse; y el PAN será el segundo.
Mientras tanto el ambiente político está muy enrarecido entre los partidos y dentro del poder Legislativo. La rebatinga de ayer en el Senado por la Ley de Extinción de Dominio es un buen ejemplo. Lo que llama al PAN a esa guerra contra el PRI es su temor de perder más de lo que ya tiene. Y la disputa por Cámara baja es buen pretexto. Calderón no quiere mayoría de oposición en el poder legislativo, requiere levantadedos para seguir con su proyecto de derecha en beneficio propio. En esta guerra de Calderón, Cázares es el francotirador.

2/abril/2009.

No hay comentarios:

Publicar un comentario