lunes, 21 de diciembre de 2009

Disensos del G-20

Con la finalidad de reactivar la economía mundial, la reciente reunión del grupo de los 20, o G-20, realizada en Londres, tomó acuerdos en el sentido de inyectar cuantiosos recursos al sistema financiero del mundo y emprender algunos cambios fundamentales, pero sin abandonar en el fondo los preceptos del libre mercado, ni del Consenso de Washington.
Se trata de la realización del plan económico más ambicioso de la historia para salir de la crisis global, porque representa la inyección de un trillón de dólares estadounidenses hasta alcanzar en el 2010 la aplicación de cinco trillones de dólares a la economía mundial. Al menos también para la Organización de las Naciones Unidas, la aplicación de tales montos de recursos servirá para mitigar la crisis general.
Dicen algunos expertos que este paquete de medidas no tiene precedente desde el acuerdo de Bretton Woods en 1944, cuando Estados Unidos centralizó las medidas. Por esa misma razón se presume que el acuerdo de Londres ha puesto en la picota el llamado Consenso de Washington, que promovía medidas de austeridad, control salarial, así como el sometimiento de los países a los organismos financieros internacionales como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. No obstante ahora las decisiones han sido tomadas de una manera plural, dada la participación de todos los del G-20. Más ahora, bajo la nueva administración de EU con Barak Obama, por la nueva disponibilidad de resolver los problemas.
Pero los responsables de la aportación de los fondos al comercio y a los sectores y países más vulnerables serán los organismos financieros internacionales, BM y FMI. Y como medidas adicionales, se acordó aplicar las propuestas de los presidentes de Francia y Alemania, de regular los salarios y las bonificaciones de los banqueros y los ejecutivos.
Además, ahora se regulará a los llamados paraísos fiscales, en cuyos bancos circulan fondos sin mayores controles y a tasas de privilegio para los colocadores, hasta hoy sin mayores controles. No obstante se presume que se fortalecerá a los organismos internacionales como el propio FMI y la Organización Mundial del Comercio.
Pero esas son malas señales para el mercado mundial, porque de entrada se restablecerán las medidas proteccionistas que han defendido siempre dichos organismos sobre los principios de los países que rigen el comercio; es decir, los países más desarrollados.
Y los paquetes de ayuda, como el que se proporcionará a México por 47 millones de dólares por el FMI, no serán más que mayor deuda con el pago de intereses elevados a cuenta de lograr su relativa estabilidad y confianza de los inversionistas extranjeros que seguirán llegando a especular con las ganancias de un mercado financiero altamente vulnerable. Lo mismo ocurrirá con otros países que reciban dicha ayuda.
No obstante, si de acuerdo con el primer ministro británico Gordon Brown, los acuerdos de Londres marcan el fin de la era del Consenso de Washington, se desconoce entonces por qué se pide sostener una economía financiera sin regulación, cuando eso es el libre mercado que ha llevado la situación de la economía mundial y de los países emergentes hasta donde están. Como afirma Eric Toussaint, del Comité para la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo: los principios son apuntalados, aunque su fracaso esté claro; es decir, una economía mundial basada en los principios del libre mercado. O, el sostén de un dios de mercado que resulta insostenible.
Sin duda, la reunión de Londres fue importante, porque los países ahí reunidos representan, colectivamente, el 90 por ciento del producto mundial, y entre todos mantienen el 80 por ciento del comercio del mundo. Lo demás, los acuerdos son pan con lo mismo. Los perdedores seguirán siendo países como México, porque siguen agarrados por el cuello de las instituciones financieras todavía sin control, como el FMI y el BM. Los consensos son para unos cuantos; los disensos, para muchos.

3/abril/2009.

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