El federalismo es la mezcla que une a los diferentes niveles de gobierno en el país. Desde el Estado hasta al municipio, en el federalismo las instancias trabajan coordinadamente dentro de sus respectivas esferas, para la satisfacción de las necesidades de la comunidad, puesto que el objetivo final de los gobiernos es el proporcionar todas las posibilidades de realización en lo individual y lo colectivo.
Por esos motivos, dentro del federalismo debe trabajarse en sano equilibrio entre los niveles de gobierno, porque toda transgresión rompe el equilibrio y vienen los desencantos.
En el sistema federal se impulsan las posibilidades de desarrollo de acuerdo a las necesidades y potencialidades de cada región, lo que se conoce como el desarrollo regional.
Aquellas materias donde ocurren tanto la federación como los estados, son las denominadas facultades concurrentes, donde hay injerencia de rubros como salud, educación, asentamientos humanos, medio ambiente y ecología. Hay temas como el del agua que requieren una mayor participación de la federación, porque si se deja a estados y municipios se convierte en un irresoluble problema.
Se cuida mucho aquellas instancias que se encargan de coordinar el trabajo de las dependencias federales y estatales, para no caer en duplicidades o burocratismos innecesarios.
Pero para un mejor funcionamiento de los órganos de gobierno, es necesario que fluyan los acuerdos pertinentes entre la federación, los estados y lo municipios, con la redistribución respectiva de competencias.
En pocas palabras, el federalismo es un mecanismo que alienta y coordina de manera justa y equitativa todas las partes del sistema. No se trata de la imposición o competencia de ninguno de los niveles de gobierno, cuanto de un sistema de ejercicio del poder de equilibrio y para el bien de sus integrantes.
Desde el punto de vista constitucional hay reglas que, se presume, deben servir para que el sistema federal funcione lo más acorde a la satisfacción de las necesidades de la gente en los estados y municipios. Esa debe, o debería, ser la regla. Pero entre la norma y la realidad no siempre hay la correspondencia requerida. Es más, la operatividad de tales principios cambian de un partido a otro en el poder. Siempre depende de la procedencia política de los gobernantes, o hasta de los gobernantes mismos.
Pero hay un tema que rebasa a todos los demás, y se convierte en problema cuando no funciona. Es el de la asignación de los recursos a los estados y a los municipios por parte de la federación. El incumplimiento de los preceptos que delinean los planes de desarrollo nacional, que cuentan con el respaldo presupuestal del Congreso, genera no tanto la inconformidad de los gobiernos estatales y municipales, como los inexplicables subejercicios. Máxime cuando en las distintas regiones del país, los estados y los municipios tienen grandes rezagos.
Así, ahora se sabe que el gobierno de Felipe Calderón tiene irregularidades importantes en el primer año de gobierno. Según la Auditoría Superior de la Federación (ASF), el monto es por 60 mil 723 millones 600 mil pesos. Y de esos, 18 mil 867 millones corresponden a estados y municipios.
Son importantes montos producto del subejercicio presupuestal, cuando la situación de crisis económica le pisa los talones al país. Como señala la ASF: el gobierno de Calderón no aprovechó los últimos trimestres de la fase expansiva de la economía mundial, lo que propició mayor desempleo y subempleo, inestabilidad laboral por tantos eventuales, y distintos grados de marginación tanto el zonas rurales como urbanas y los altos índices de pobreza en la población. El abandono de estados y municipios; pilar del federalismo de país.
13/marzo/2009.
lunes, 21 de diciembre de 2009
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