Cuando Estados Unidos estornuda, a México le da gripa. El problema ahora es que EU no está en estado gripal sino recesivo, y nosotros (como ocurre con el resto del mundo, pero particularmente América Latina), padecemos el estado de latente crisis.
La belicosidad creciente del presidente George W. Bush y miembros de su gabinete -los neoconservadores con Paul Wolfowitz a la cabeza, Cheney y Rumsfeld, los guerreros de Irak-, donde los fines claramente fueron apropiarse de las fuentes de energía no renovable, como el caso de los yacimientos de petróleo y del gas de Asia Central (recursos que todavía sigue moviendo al mundo industrial), y donde las multinacionales norteamericanas se embolsaron millonarias ganancias por la guerra y la reconstrucción de los territorios devastados; nada ha sido suficiente para salvar de la debacle a la economía.
No sólo eso. Tampoco los elevados precios internacionales del petróleo de casi todo el 2008, que arrastraron enormes riquezas de los países consumidores tanto para las petroleras de Texas, como para las arcas del sistema financiero estadounidense, han sido las requeridas para salvar a Washington del hundimiento.
Pero mientras las grandes empresas engordaron sus alcancías con multimillonarias ganancias, cuando los precios del barril de petróleo alcanzaron el promedio más alto en julio de 147 dólares en el mercado internacional, el Estado siguió perdiendo y las arcas vaciándose por el creciente déficit. Es decir, se privatizan las ganancias mientras se socializan las pérdidas, como sucede en toda situación de crisis entre los países capitalistas neoliberales desarrollados.
Esto es, no obstante el creciente déficit fiscal del Estado (la diferencia entre gasto e ingreso, mucho del cual se paga con préstamos del interior y el exterior), EU siguió gastando en hacer la guerra, al grado tal que ahora –2009, año fiscal- dicho déficit alcanza cifras estratosféricas de 10,6 mil millones de dólares, más el agregado de los 819 mil millones que ayer le aprobó el Senado al nuevo presidente Barack Obama, y los intereses que genera el total de dicha deuda.
Qué decir del desempleo. Tan sólo en el 2008 lo padecieron 2,6 millones de estadounidenses, el mayor descenso desde el final de la gran guerra de 1945, para una tasa de 13,5 por ciento real. Tan sólo la militar Boeing eliminará a 4 mil 500 plazas en el estado de Washington este año. Todo lo anterior, para situaciones que registra la economía real.
Todavía no falta quienes califiquen a la actual debacle como la peor crisis desde la gran depresión de los años treinta, por una razón muy sencilla: nunca hubo una burbuja especulativo-financiera en la historia del capitalismo tan grande, tampoco el involucramiento de tantos países a escala global.
Burbuja financiera de los oligopolios, esos que en buena medida deciden la ruta que ha de tomar la economía mundial, y comprende tanto a compañías de seguros como a bancos y grupos de servicios, del transporte y la producción industrial, ámpula que reventó por el eslabón más débil: la falta de liquidez de los acreditados que perdieron su casa y quedaron en la calle y ahora sin empleo.
La hora de Obama llegó, y el sueño de muchos ciudadanos estadounidenses y de otras partes del mundo comenzará a toparse con la realidad.
A países como México no les queda más que resistir un agresivo embate que apenas se vislumbra.
11/febrero/2009.
lunes, 21 de diciembre de 2009
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