El otrora conocido como periódico El Día (su fundación por Enrique Ramírez y Ramírez data del 26 de junio de aquel lejano 1962), ya está con sus lectores como diario de corte nacional, pero ahora se llama De Nuevo El Día.
Medio impreso de gran aliento (con su tradicional gallo en el cabezal) que fuera impulsado cooperativa por su propio fundador, pasó por varias y distinguidas directivas, a la vez que no pocos problemas de sobrevivencia, hasta que recientemente en febrero de 2008, cedió sus derechos a la iniciativa privada que acude a su rescate.
No es sencillo entrar a invertir en medios impresos en esta difícil coyuntura que vive México; esa avasalladora vorágine de la globalización que sustenta los preceptos neoliberales del libre mercado, y abandona muchas empresas a su propia suerte cada vez con menos apoyo, incluso de tipo meramente mercantil.
Los tiempos de auge del diarismo, que coincidieron con la estrechez de relaciones entre los poderes públicos y la prensa, quedaron en el olvido o bien son materia del pasado. Desde que el ejercicio del poder presidencial unipersonal y autoritario que anidó el septuagenario PRI, decidió intervenir en el sano ejercicio de la libertad de prensa –con algunos golpes de timón como el perpetrado contra Excélsior y más tarde al Unomásuno, así como el asesinato vil de algunos periodistas críticos como Manuel Buendía-, lo que sería hasta entonces una suerte de época dorada para la prensa, llegó a su fin.
Con sus arbitrariedades, corruptelas y contubernios, quienes ejercen el poder y sus afines se han ganado la crítica del periodista y el columnista independiente, comprometido con las causas de la sociedad y la estabilidad de México y la tranquilidad de los mexicanos. Mientras tanto el ejercicio informativo maduró y pronto fue ganando relativa independencia –sólo en esa medida— y credibilidad para con la sociedad.
Durante décadas, El Día fue escuela de muchos (aprendices), desde reporteros, editores, prensistas, etcétera, y campo de batalla para un gran número de periodistas, articulistas, columnistas e investigadores que así ejercieron el oficio con dignidad y valentía, con independencia e imparcialidad de criterio frente al avasallamiento de las nuevas circunstancias del ejercicio del poder, de la sociedad y del país en general.
Cierto que hoy resultan lastres que minan la estabilidad de la sociedad problemas como la inseguridad, la violación de los derechos humanos, la militarización del territorio nacional -so pretexto del combate al narcotráfico-, la injusta distribución del ingreso nacional, la falta de empleos, etcétera.
Pero atender y retomar preceptos como los que dieron aliento a El Día, en sus años de sano ejercicio periodístico, “exaltando los auténticos valores de la cultura nacional y las valiosas manifestaciones de la cultura y la ciencia universales” (El camino y la meta), son pautas para este andar en De Nuevo El Día. Tremendo reto por el histórico pasado del diario, y la noble presencia que cultivó entre sus lectores.
Estar al frente, pasa del honor al tremendo reto.
16/febrero/2009.
lunes, 21 de diciembre de 2009
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