Del agua, al campo

Si problemas como el del agua que recién siguen padeciendo todavía algunas delegaciones y municipios del Valle de México, por el corte masivo del fin de la Semana mayor, parecen meramente coyunturales en realidad son de carácter estructural.
Así como el abasto del agua para los habitantes del DF es un asunto delicado que requiere soluciones de fondo, lo es también el del campo mexicano que igual padece una profunda crisis.
El caso es que en tanto los problemas se agudizan por falta de proyectos, medidas o propuestas de largo plazo, las autoridades locales y federales no pasan de la retórica, de las acusaciones mutuas o los dimes y diretes; diatribas que levantan polémica mediática con simple exhibición y ninguna solución, o cuando mucho solución a medias.
Así quedó de manifiesto con la escasez del agua, entre autoridades de Conagua y Comisión de Aguas del DF, o entre Luege Tamargo y Marcelo Ebrard; así resulta cada vez que brinca el agudísimo problema del campo y su peor previsión al cultivo de productos del campo, entre ellos el maíz que es parte fundamental de la dieta de los mexicanos.
La semana anterior, desde la Cámara de Diputados, el presidente de la Mesa Directiva en turno, el priista César Duarte, criticó que la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa), cuyo titular es Alberto Cárdenas Jiménez, aplica una política agropecuaria errónea, dada la situación de desesperación y crisis que padece el campo mexicano.
Ante la falta de resultados y no obstante la cantidad de recursos que le otorgó el Congreso a la dependencia para el ejercicio fiscal 2009, Cárdenas sólo “maquilla las cifras y dice que todo está bien” en el campo. En lugar de echar a andar otra estrategia —es el reclamo a Sagarpa— que permita activar la economía del sector rural y depender menos de la importación de alimentos. Más, cuando en el campo mexicano está “montada una crisis sobre otra”, y con la situación actual de la economía mexicana el país está en riesgo de aumentar las importaciones para satisfacer la demanda de productos básicos como el maíz.
Pero resulta que apenas hace un mes, Cárdenas Jiménez aseguró que se espera que este año la producción en el campo aumente en un 3.2 por ciento por encima de la población, similar a 2008, y que “el campo está tirando al alza, gracias a los productores que no se dejan llevar por los comentarios negativos”. Pero, en los hechos, la apreciación del titular de Sagarpa es endeble.
Tan sólo para hablar del maíz, resulta que de las 28 millones de toneladas que consumen anualmente los mexicanos, cerca de 18 son de los campos agrícolas mexicanos, de unas nueve millones de hectáreas de terreno de las 22 disponibles para cultivo. Las otras 10 millones de toneladas de maíz son importadas de los excedentes agroindustriales de Estados Unidos.
Sin embargo, este año se desplomarán las exportaciones de maíz de ese país en por lo menos la mitad, merced a la demanda de granos para producir etanol, el biocombustible limpio que sustituye a la gasolina. Es decir, de las 250 millones de toneladas de maíz que produce anualmente el campo de EU, 155 por ciento más —de 16 millones de toneladas a 40.65 millones— serán para producción de gasolinas; situación grave para México, principal comprador, según datos del BID.
En igual sentido, según Mauricio García de la Cadena, de la Dirección de Desarrollo Metodológico del Proyecto Estratégico para la Seguridad Alimentaria de la FAO, a mediano y largo plazo, México comenzará a sufrir escasez de maíz ¡y frijol!, entre otras cosas, por el aumento en los insumos, por la migración y la reducción de cultivos, entre otros factores.
Por ello, lo urgente es “ver en el campo una estrategia de los gobiernos mucho más fortalecida para este tipo de proyectos”; pero no sólo de los gobiernos, sino igual de las dependencias como Sagarpa, que tiene como fin apoyar aquellas acciones en el campo tendientes a resolver los problemas de fondo y no con declaraciones aisladas de un mercado inmerso en crisis estructural aguda.

12/abril/2009.