Si bien en el ocaso de su vida, pero a todo el mundo le llega la edad del ajuste, o la búsqueda del equilibrio de sus experiencias hasta llegar incluso al arrepentimiento. Es parte de la cordura de la conciencia de cada quien. Eso es lo que le estaría pasando a Miguel de la Madrid Hurtado, con sus más recientes reflexiones si no hablara más que de su persona o de su sexenio como un hecho aislado, de sus metas y logros, sus errores y promesas incumplidas con México durante los seis años que fue Presidente de la República.
Pero no es un juicio personal lo que declaró recién en la entrevista que concedió a la reportera Carmen Aristegui para radio. Lanzó una serie de acusaciones póstumas que implican el ejercicio del poder de la familia Salinas de Gortari, incluido el expresidente Carlos Salinas. Y son póstumas, porque si bien todo el mundo sabe que Carlos y Raúl Salinas cometieron un cúmulo de irregularidades, pesa más que lo haya dicho otro expresidente, en este caso De la Madrid que designó y luego se arrepintió, al nombrar a Carlos como sucesor en la silla presidencial. En los tiempos del presidencialismo puro, claro está.
Y en política, tal parece que la norma de conducta es que no hay norma —no digamos la moral, como la “renovación moral” delamadridista que no cuajó— porque reina el imperio del contubernio y la complicidad. Terreno farragoso donde todo el que se mueve puede resbalar, porque la corrupción es el principio para vivir del presupuesto. La mezcla que une al edificio. Lo contrario es vivir en el error.
También hay de comportamientos a conductas. Y los de la familia Salinas se salen de cualquier clasificación. Incluso de la más sutil que describe el orden interno y estructural de las mafias organizadas más eficientes que operan con sus propias reglas, y las ejercen contra los demás a costa de lo que sea, incluso con sangre de por medio.
Y se salen de la clasificación porque en el ejercicio del poder presidencial, está el destino de un país, de una República, y de millones de mexicanos a costa de los cuales se toman determinaciones que les cambian la vida para siempre. Por eso los actos criminales toman otra dimensión. Y el ejercicio del poder también.
Por ello, con todo y que luego del enjuiciamiento trate de justificarse: “Mis respuestas carecen de validez y exactitud”, vale sostener que las declaraciones de Miguel de la Madrid no son meras palabras. Los Salinas están en el banquillo de los acusados por la sociedad y para la historia. Las palabras de De la Madrid son bases y elementos para sostener la percepción de los mexicanos que juzgan a los Salinas de perversos. Porque son eso y más.
No importan, pues, los revires delamadridistas. Al fin y al cabo que la falta de carácter no es de ahora; es una característica de su personalidad. Como cuando se quedó pasmado, él y su gobierno, por el sismo del 85; cuando fue rebasado por la sociedad. No tomó la decisión a tiempo y se hundió en una tibieza que pudo salvar vida de entre los escombros.
El caso es que, queda más claro ahora, que Carlos Salinas de Gortari, el expresidente de México, se enriqueció con la “partida secreta” que fue 100 veces mayor. Aunque no sea el único delito, porque vendió las empresas paraestatales más importantes y las colocó entre prestanombres. Y que Raúl Salinas de Gortari negoció con los narcotraficantes, y quién sabe los montos que acumuló por ese concepto la familia. Pero “su fortuna está ligada con el narcotráfico”.
Aunque tampoco se diga que Raúl era el hombre del 10 por ciento, que cobraba por cada negociación de contratos con el gobierno, y que se le enjuició por la muerte de Francisco Ruiz Massieu, y “no por sus vínculos con el narcotráfico”.
Sí reconoce, el expresidente De la Madrid, que: “Robaron mucho, sobre todo Raúl, quien además de conseguir contratos de gobierno, se comunicaba con los narcotraficantes; no recuerdo exactamente con cuál, pero con los que le dieron el dinero para llevárselo a Suiza”, declaró en la entrevista.
¿Y los que reclamaron su parte del dinero enviado a Suiza vía los Estados Unidos? Fueron empresarios que “lo hicieron por complicidad”, y prestaron sus nombres “para llevarse una tajada”.
Luego se desdijo de lo que dijo. Pero palo dado ni Dios lo quita.
13/mayo/2009.
miércoles, 23 de diciembre de 2009
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