La recesión llegó, y toca ya las puertas de los hogares mexicanos.
Pese a que el gobernador del Banco de México, Guillermo Ortiz Martínez, se muestra optimista respecto a la situación actual de la economía mexicana, el reporte reciente del INEGI muestra que en el cuarto trimestre de 2008 la economía entró de lleno en una etapa recesiva.
Sí, durante el último periodo de octubre a diciembre del año anterior, el Producto Interno Bruto (PIB) tuvo un comportamiento negativo en 1.6 porcentual, dato resultó muy lejos de la tasa originalmente proyectada del 3.7 por ciento. Al sector que más le pegó lo reflejó en la contracción de los servicios, con el 4.2 por ciento, para un PIB total anualizado de apenas el 1.3 por ciento.
Ni qué decir de las expectativas para los meses que vienen, puesto que el impacto de la recesión en Estados Unidos no se mide todavía y no ha llegado al fondo, que podrá oscilar entre un 1.9 y un 2.4 por ciento. No sobra mencionar que el 80 por ciento de las exportaciones de la economía mexicana son al mercado del vecino país, y que estamos completamente dependientes y colgados de sus ramas; mercado cuya producción industrial cayó en enero un elevado 10 por ciento.
Pero no sólo eso. Con todo y que México cuenta con buena aceptación entre los inversionistas financieros del exterior (más que otros países de Latinoamérica, dicen algunas consultorías), todavía no se deja sentir el impacto de la recesión y no se ve cómo podrán moverse las variables económicas como la inflación, las tasas de interés y el tipo de cambio del peso frente al dólar. Variables todas que determinan el clima de confianza para invertir en el país, tanto a los de afuera como a los propios inversionistas nacionales, sobre todo para que no pegue negativamente –o sea lo menos posible– en materia de empleos.
En el Banxico, Ortiz Martínez anuncia las “suficientes canicas” con las que cuenta, para tomar las medidas pertinentes y evitar el impacto de la crisis que golpea desde afuera al país.
Lo anterior lo dijo recientemente cuando anunció la reducción de la tasa de interés interbancaria en 0.25 puntos porcentuales, para quedar en 7.25, con el fin de impulsar a la baja las tasas de interés bancarias a efecto de que éstos otorguen mayores créditos empresariales.
Pero las reacciones de la realidad no se asoman en toda su pureza todavía, y podrán ser de mayor impacto. Como aquellos analistas que opinan que la caída tan repentina del último trimestre del 2008, y sugieren que la economía atraviesa por una situación preocupante. Un dato ayuda a calificarla: el resultado de la producción industrial en el país, dado a conocer la semana anterior, que refleja una caída del 6.7 por ciento anualizado, para una caída total del sector del 1.3 por ciento.
Situación que se agrega a la baja de otras áreas de la economía, como la producción y exportación de automóviles, con bajas del 28 y el 51 por ciento, respectivamente, recordemos el caso reciente de la VW.
A todo esto se suma que la depreciación reciente del peso frente al dólar deviene insuficiente, pues por mucho que aliente las exportaciones, el principal mercado de Estados Unidos carece de la demanda necesaria.
E ahí el círculo vicioso en el que se encuentra nuestra economía, y los mexicanos quienes no vislumbramos siquiera hasta dónde puede impactarnos la reciente crisis económica de EU, de México y mundial. Coletazos que sacuden a cualquiera.
22/febrero/2009.
lunes, 21 de diciembre de 2009
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