miércoles, 23 de diciembre de 2009

La izquierda (des)unida

Ya no hay partido de izquierda en México. Existe un partido resquebrajado o en descomposición bajo las siglas de Partido de la Revolución Democrática (PRD), que en sus mejores momentos ha representado a una buena parte de la izquierda organizada. No obstante que para cualquier país es imprescindible la presencia de un partido que represente electoralmente aquellos sectores de oposición al régimen vigente, en esta nación eso queda en entredicho.
Es verdad que la izquierda organizada y participativa, como cualquier otra expresión del espectro político, nunca es ni será ni podría ser homogénea. Como no lo ha sido, ni lo fue tampoco en países donde la vertiente revolucionaria —aquella que se ha planteado como finalidad modificar las condiciones materiales de la vida de los hombres en sociedades como la vieja Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas— leninista, cuando gobernó por algunas décadas. Tampoco se dio en países “satélites” como Polonia, Rumania, Bulgaria, Hungría, la Yugoslavia, Albania. O la expresión maoísta, aquella que se mantuvo en el poder encabezada por Mao en la viaja China que empujó la “revolución cultural”. O en algún otro de los países del llamado socialismo real como el Vietnam de Ho Chi Min, o Cuba de Fidel, Angola con Agostinho Neto, República democrática del Congo de Lubumba.
La imposición devino en burocratismo, al grado no sólo que los nuevos Estados se alejaron de la propuesta marxista original, de expropiar la riqueza para ponerla al servicio de la sociedad. Eso se burocratizó, y se edificó un engranaje estatal controlador de la vida social con tintes claramente autoritarios. Acotamiento de las expresiones ideológicas, fue el resultado del dogmatismo estalinista y hasta maoísta. La creación cultural, literaria, poética y artística en general se vio mutilada. Incluso la expresión religiosa; no por la propuesta misma sino por la limitación de creencias impuesta contra la población.
Durante décadas, en México, como en América Latina se creyó de manera casi generalizada, que el socialismo soviético era el marxista-leninista y no el estatista estalinista. La represión estalinista y los campos de concentración que exprimieron a millones de personas en Siberia en las décadas de los 30 y 40, que denunciara Alexander Solzhyenitsyn en Archipiélago Gulag, parecía algo tan increíble como los campos de concentración alemanes en los inicios de la represión antijudía de los años 30 y 40 del siglo XX que dejó 6 millones de muertes.
La literatura soviética que divulgaba con millones de libros el dogmatismo literario de ver al marxismo, al leninismo y al propio socialismo, llegó a México y con ella lecturas distorsionadas del Marx y Lenin oficiales. Pero las mismas traducciones de las obras en original, y no a través de terceros, como Louis Althusser, o Martha Harnecker, o los teóricos italianos, etcétera, permitió desmitificar el adoctrinamiento dirigido desde la patria estalinista y desenmascarar los proyectos con todo y sus tropelías. Proyectos alternativos, cierto, pero que nunca ofrecieron opciones originales para países como los de Latinoamérica. Valoraciones aparte merecen Trotsky, Luxemburgo, Gramsci, Togliatti, Martí, Mariátegui y el Che Guevara, etcétera.
En ese contexto ideológicamente desgastado, y desde afuera, surgieron los primeros partidos políticos que en México intentaron participar de manera organizada en la vida política del país con posturas de izquierda. El Partido Comunista, que más bien abrió el paso desde la clandestinidad. La izquierda radical merece un análisis separado. Pero en este contexto nos topamos con el PRD que intentó aglutinar esfuerzos tan dispares como los del propio PC, el PMS, el PMT y el PRT, que conformaron el Frente Democrático Nacional (de donde surgiría aquél) que empujo a Cuauhtémoc Cárdenas a la presidencia en 1988.
Entonces, como ahora, al PRD le sigue cayendo muy a modo la crítica de José Revueltas de Ensayo sobre un proletariado sin cabeza, porque después de probar las mieles del poder, este partido no ha ejercido más vicios que los del PRI pero magnificados. Con todos los vicios que representó en su momento el desarticulado partido oficial. Ahora el PRD anda desunido, por no decir perdido.

24/junio/2009.

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