jueves, 24 de diciembre de 2009

Autorriesgos del clero

Los jerarcas de la Iglesia católica no deben quejarse de las consecuencias de sus actos, por todas sus imbricaciones con el poder. Parte del esquema de la toma de decisiones importantes de este país, con todo y que apenas forma parte fundamental de los poderes fácticos, el alto clero es invitado y siempre tomado en consideración por los altos dirigentes, desde los presidentes para abajo, en muchos de los asuntos relevantes.
Durante la vigencia del Estado laico se bloqueó una participación abierta de la Iglesia. Lo que creó una relación tan difícil como tormentosa con el Estado. Eso fue por siglo y medio. Desde las Leyes de Reforma de Juárez en 1856, hasta Carlos Salinas, en noviembre de 1991. Pero desde que Salinas pugnó por la reforma al Artículo 130 constitucional a la fecha, los hielos se han venido derritiendo y la Iglesia ha adoptado un protagonismo cada vez mayor en la vida política; haciéndose escuchar con sus puntos de vista sobre todos los temas trascendentales de la vida nacional. E incluso presiona para ser considerada en la toma de decisiones sobre dichos temas.
El poder que ejerce, más derivado de sus grandes intereses económicos que posee, que del seguimiento tumultuario de feligreses, porque cada vez está más claro que pierde presencia —y que otras iglesias le arrebatan— entre los creyentes por su ejercicio tendencioso de la religiosidad hacia las personas, le da pretexto para presionar por todo.
Últimamente, con los gobiernos del PAN en la presidencia en México, el clero ha mantenido al poder subordinado. El expresidente Vicente Fox no sólo se postró ante el Papa Juan Pablo II, el mayor jerarca de la Iglesia católica, le besó el anillo papal. Un acto más allá de lo protocolario, que mostró al mundo a un presidente sometido. Arrastrando con ello, como presidente de una República históricamente laica, el prestigio de un Estado.
Luego salió el peine: Vicente Fox y Marta Sahagún querían el reconocimiento del máximo jerarca de la Iglesia Católica para el divorcio y su posterior ceremonia religiosa de unión ante el altar. Eso no ocurrió, pero siendo presidente Fox se postró ante el Papa como un feligrés cualquiera y no como el Jefe del Estado mexicano que era. Eso le valió una de las mayores críticas a su gobierno, pero no le importó. Asiduo lector de revistas de moda y chisme, seguramente ni se enteró de la repulsa que tal acción le valió.
El panismo mocho, más religioso de blof que de auténtica práctica de la fe —porque va a la iglesia los domingos, pero sale toda la semana a causar desastre son su actuación—, no sólo da pie a una mayor inclusión de la Iglesia, también la hace partícipe de muchas decisiones. Por eso el no pago de impuestos de las iglesias, o la entrega de recintos como donación. Durante los tiempos de Vicente Fox se decretó que la Iglesia no es una institución lucrativa, lo que desmotivó la legislación para que pagaran impuestos.
Por eso los privilegios desde el poder para la Iglesia.
El sermón dominical del Cardenal Norberto Rivera Carreras, es más un discurso político. Con todo y que lo niegue. Y el mayor activismo se comprueba cuando se acercan los procesos electorales. No sólo durante los gobiernos panistas, sino que ocurre siempre. Los órganos de difusión del clero, las asociaciones religiosas y la Arquidiócesis, se encargan de difundir sus posturas sobre los más diversos asuntos nacionales. Para eso tienen sus voceros, y sus pasquines. Pero no dan paso sin huarache.
Pero así como el clero se entromete en política, también mete las manos en otros asuntos. Para no decir que lo hacen con el lavado de dinero, recuérdese la declaración aquella del obispo de Aguascalientes, Ramón Godínez Flores, cuando aseguró que las limosnas obtenidas, aunque provengan del narcotráfico, “se purifican” con la buena intención de la ayuda. También aseguró que la diócesis a su cargo sí ha recibido narcolimosnas. Pero además, la Iglesia católica no tiene la obligación de “investigar el origen de los recursos”, tampoco su procedencia. Venga de donde provenga, el dinero se santifica.
Hay asuntos más delicados. Tras el asesinato del cardenal, Juan Jesús Posadas Ocampo, el 3 de agosto de 2003, la hipótesis prevaleciente entre las autoridades judiciales sobre el asesinato, sigue siendo la del fuego cruzado. El cardenal murió acribillado por sicarios de dos bandas confrontadas a tiros, la de El Chapo Guzmán y otra de Los Arellano Félix. Ocurrió en el Aeropuerto de Guadalajara. Curiosamente fue confundido y víctima por estacionarse justo donde sería la confronta entre las dos bandas.
Coludidos, más que víctimas, los sacerdotes no son simples hombres de sotana tras el altar. Son hombres que hacen política como todos los demás, y defienden intereses como casi todos los demás.
Por sus imbricaciones con el poder y su activismo en la política, la Iglesia católica padece las consecuencias de sus actos. Por eso, organismos como la Agencia Fides, de la Congregación Vaticana para la Evangelización de los Pueblos, aseguran que después de Colombia, México es el país más peligroso para ejercer el sacerdocio. Porque de 1993 a la fecha, se han registrado 15 asesinatos de sacerdotes y un cardenal. Es decir, jerarcas católicos como blanco de ataques.

30/agosto/2009.

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