jueves, 24 de diciembre de 2009

La historia distorsionada

No es la primera vez que los políticos de los gobiernos en turno tratan de manipular la historia de México, para imponer sus propias visiones, distorsionadas, o para atender a sus intereses y/o, a sus fines de grupo. La historia es objeto de manoseo continuo. No de ahora. Las pugnas entre liberales y conservadores desde el siglo XIX, siguen vigentes de cierto modo. La disputa entre la Iglesia y el Estado, por ejemplo, que arreció durante el periodo presidencial de Benito Juárez y motivó las Leyes de Reforma cuando se erigió el Estado laico, trajo resquicios hasta mediados del siglo XX, cuando se dio la llamada Guerra Cristera. Fines distintos pero resquicios similares.
Y así como los grupos en el poder han tratado de imponer sus visiones de país, y de eso mismo modo imprimir sus relatos como historia general de México, así en estos tiempos hay aquellos presidentes que han intentado generalizar sus puntos de vista, distorsionando el punto de vista general. Hay la intentona de imponer visiones de la historia—y no sólo de adentro sino también de afuera, especialmente desde Estados Unidos, aunque también desde Europa: España, Francia, Portugal, etcétera— con toda clase de maniqueísmos, de tendencias, de machismos; de visiones misóginas, religiosas, presidencialistas y hasta eurocentristas, colonialistas, subdesarrollistas, etcétera.
Durante el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, verbigracia, y siendo el secretario de Educación Pública, el futuro sucesor Ernesto Zedillo Ponce de León, se imprimieron los libros de historia de México para el sexto año del nivel primaria, con la omisión del historial del 68. La intentona era la de excluir las implicaciones de la tropa del Ejército, y de los generales involucrados en la matanza estudiantil, pero sobre todo, de eludir la responsabilidad de los entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz y del Secretario de Gobernación, Luis Echeverría Álvarez (y otros como Corona del Rosal, regente del DF y parte importante del operativo que creó grupos de choque como los halcones).
Una masacre injustificada bajo el garlito de la intromisión de la entonces Unión Soviética y la expansión del comunismo en México, que era más invento de los Estados Unidos que real. Cierto que los movimientos insurrectos vendrían después. La guerrilla urbana y rural tendría explicaciones internas, más que de injerencia externa.
El caso es que, incluso el grupo de intelectuales allegados al historiador Héctor Aguilar Camín, agrupados y mejor conocidos por pertenecer al grupo Nexos y muy cercanos a Salinas, se prestaron a redactar una historia con tamaña omisión histórica. Beneficiados, los del grupo Nexos, con la impresión de los libros de texto durante esos años, la historia que se escribió olvidó el repaso de la matanza estudiantil de 1968. Como para tratar de eludir también la responsabilidad del instituto político reinante, el PRI. Y para tratar de suavizar la crudeza del presidencialismo exacerbado en cuestión.
Pero las reacciones no se hicieron esperar. Los historiadores independientes, los críticos de los medios de comunicación, los periodistas independientes, la sociedad civil organizada y hasta los padres de familia se indignaron con tamaña negligencia del grupo en el poder. La crítica de la sociedad en general fue tal que el libro de historia de México tuvo que ser retirado de todas las primarias.
Y eso que, se supone, el grupo de Nexos no tendría por qué prestarse a revisar la historia con tamaña distorsión. No de un grupo de intelectuales preparados, historiadores, literatos, escritores y periodistas con un criterio lo suficientemente amplio para no permitirlo. Pero no. El interés fue primero. Quedaron mal parados frente a la sociedad, aunque hicieron lo que demandó el entonces presidente Salinas y su secretario Zedillo, con buenas remuneraciones. La historia a contentillo del poder en turno.
En esta ocasión, la omisión es todavía más grave: quedan fuera de los nuevos libros gratuitos de educación primaria la Conquista y los tres siglos del periodo colonial, el llamado colonialismo español. Y la responsabilidad es del grupo de Elba Esther Gordillo, el RIEB (la Reforma Integral de la Educación Básica), y que encabeza el subsecretario de educación básica, Fernando González Sánchez. El sobrino político de Gordillo.
Propuesta calificada de “caótica”, resultado de una revisión “improvisada y sin coherencia interna”, por Olac Fuentes Molinar. En el fondo resulta verdad que los textos de la educación primaria no responden a la necesidad formativa de los niños, ni a una preparación elemental y básica del conocimiento del pasado del pueblo y de su historia. Sigue siendo una visión extralimitada, con todo y que el argumento del principal responsable, Fernando González Sánchez, es que no se trata de omisión alguna sino de una exclusión deliberada, porque el tema se revisa en el nivel secundaria. Como si el sistema educativo garantizara que los alumnos de la primaria tengan garantizado su nivel secundario de preparación. Tremenda omisión de la cultura; increíble error de los titulares de la educación.

25/agosto/2009.

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